La casa de mis sueños.

Pinturas en acrílico: laura (Yo)


Cuando tenía 19 o 20 años la casa de mis sueños tenía que tener tres dormitorios, dos baños, terraza, salas, mas salas, , jardín, balcones, piscina, solarium, jacuzzi, cocina enorme, con isla para desayunar, los dormitorios con vestidor, mucha luz, en un barrio residencial.
Cuando nacieron mis hijas mi casa soñada era todo planta baja, para que las niñas jugaran sin problemas y que yo las viera siempre, todos los lugares comunicados grandes, parque, piscina rodeada de rejas para proteger a mis hijas de la pileta sin vigilancia. Dos baños, uno en suite en mi dormitorio, el jacuzzi, para que si no tenía ni tiempo para bañarme en una bañera común. El vestidor para que, si siempre usaba la misma ropa y calzado deportibo, tenía que estar cómoda para jugar con las niñas.
A los cuarenta años la casa de mis sueños era: dos cuartos , si o sí dos baños, para poder entrar algún momento a uno de ellos y poderme maquillar tranquila, sin que me estén golpeando la puerta para maquillarse ellas. Con espejos grandes para podernos mirar ellas y yo la última adquisición en la boutique de moda. Ya no quiero una casa con piscina, por que todos los amigos de mis hijas se te instalan toda la tarde y no solo ponen música fuerte, gritan, también se comen una heladera entera por día.
Hoy tengo cincuenta años la casa de mis sueños es un loft, un solo dormitorio, eso sí amplio, con mucha luz, una cosina funcional, un baño con un pequeño jacuzzi, un ambiente grande para disfrutar de una cena con amigos, escuchar música, poder pintar , estar en mi computadora y un lugar reservado para mi gabinete de belleza, con mucha luz, para que mis clientas se sientan a gusto. Un gran jardín para disfrutar de mis amadas planta y una pequeña piscina para refrescarme cuando quiera. No necesito más.
Todas las casas soñadas que les he contado nunca se hicieron realidad, por distintos motivos, me fui adaptando a las circunstancias. Hoy tampoco es mi casa soñada mi realidad, pero no pierdo la esperanza de tenerla. Lo que sí siempre fue una constante en todas mis casas adaptadas, es que fuí feliz, con mis hijas y mis parejas. Mi casa siempre estubieron llenas de calidez, plantas, buena música, comida de primera y pude pintar mis cuadros, pude bailar con gente querida, amar, tener mi improvisado gabinete de belleza, donde las clientas se cienten como en su casa.
Lo único que siempre me faltó es la piscina, para refrescarme cuando yo quería. Sólo cuando me invitaban a la quinta de mis amigos o pariente me sacaba el gusto.
Al mirar para atrás puedo decir que la casa es lo de menos cuando se vive bien cada momento, cada instante es importante, no hay que esperar tener una casa soñada para ser feliz.
Creo que la casa soñada es uno mismo, con sus dudas , con aciertos, felicidades ,tristeza, perdidas y ganacias.